
El coronavirus nos ha abofeteado en la cara en un momento en el que Occidente se creía inquebrantable, seguro de sí mismo frente al Tercer Mundo, sus penurias, refugiados, hambruna y enfermedad. No obstante, a pesar de esta fría realidad hay 10 lecciones que nos enseña el coronavirus.
Desde que el coronavirus se instaló en los hogares, en las calles y en los corazones de los ciudadanos, el mundo se ha hecho pequeño y el techo de seguridad donde estábamos guarecidos, se ha resquebrajado. Los españoles se sienten aislados, perdidos en los laberintos de sus casas, viendo cómo otros caen enfermos y el número de muertos crece cada día.
Sin embargo, ante momentos de crisis como estos, lo primero que recomiendan los expertos es darle la vuelta a la tortilla y aprender a gestionar nuestro miedo. Sacar fuerzas, tirar hacia delante y aprovechar la situación para salir reforzados. A pesar de la alarma social en la que estemos inmersos, vislumbrar rayos de esperanza, puntos de apoyo en los que sujetarse para seguir adelante sin desfallecer. Es difícil pensarlo, pero centrarse en lo bueno que nos ofrece esta terrible enfermedad del COVID-19, y en la lección de vida que nos puede brindar es un buen anclaje para pasar esta cuarentena.
Cosas buenas que nos ha traído el coronavirus
- Nos obliga a parar. El mundo ha dado un giro de 365º, y si antes teníamos el chip automático de ir corriendo a todas partes, con prisas y sin pensar, ahora las horas y minutos parecen ralentizarse, estirarse como si estuviéramos inmersos en la película «Atrapado en el Tiempo». A pesar de estos inconvenientes, no hemos de minusvalorar este «stop temporal». Gracias a él, sentimos el presente, aprendemos a vivir el ahora, nos ponemos los guantes, medimos nuestros pasos y saboreamos el valor de respirar con calma. Ya no importa el porqué, ni el para qué, lo que nos hace realmente felices es lo que no valoramos antes. Lo que tenemos, las personas que nos rodean (vecinos, familiares, amigos) nosotros mismos.
- Volvemos nuestra mirada a nuestro interior. Quiénes somos, a dónde vamos, qué es lo prioritario y qué es lo secundario han pasado a un segundo plano frente al poder de la vacuidad. Nada perdura, estamos de paso, la vida es solo una y más nos más vale aprovechar los segundos que se nos escapan entre las manos como granos de arroz.
- Nos importa más el grupo que el individuo. Todos somos uno y si queremos salir adelante es imprescindible solidarizarse con los demás, remar juntos contra corriente. De nuestras actuaciones depende que otros mejoren su salud, o empeoren, y lo de mirarnos el ombligo se convierte en fruto del pasado frente a la responsabilidad de que la comunidad es lo prioritario, lo urgente.
- Valoramos el contacto real frente a la distancia fría de las redes. Los besos, los abrazos, las caricias… además de ser gratificantes, son muy necesarios en nuestro día a día. Por eso, hoy que el contacto físico es el pecado subyacente a esta crisis, somos conscientes de la importancia de la relación social. Impera la necesidad de gritar a los cuatro vientos que los otros nos importan, que los echamos de menos al no tenerlos cerca, que los valoramos y los queremos aunque usemos las redes sociales como testigo de nuestro enlace.
- El humor se convierte en pieza clave para rescatarnos del secuestro del encierro. A los españoles a humor y a ingenio no les gana nadie. Y si no, pensemos en la cantidad de whatssapp, chistes, memes y vídeos de gente anónima que nos estimulan la risa frente a la cárcel de incertidumbre y desasosiego que vivimos al escuchar los titulares de cada día.
- Que es muy importante distinguir las noticias reales de las que son fake, ya que si no lo hacemos, podemos hacer mucho daño a otros. Verifiquemos las fuentes, los datos, veamos si son fiables, y si nos mandan un vídeo sin identificar muy negativo contra alguien no le demos publicidad compartiéndolo…Sé que es difícil, pero hay que asegurarse antes, y lo digo yo que soy periodista y hasta a mí me la han colado. El otro día, sin ir más lejos, compartí un mensaje con los correos de las jefas de enfermería de varios hospitales que pedían más personal porque no daban abasto y resultó ser mentira. Como este bulo, cientos de mentiras creadas por sinvergüenzas sin escrúpulos corren por la red constantemente para aprovecharse del dolor ajeno y reírse de los más desvalidos. Seamos sensatos y cortemos estas cadenas innecesarias y falsas.
- Internet se convierte en el salvavidas del aburrimiento y el conocimiento. A pesar de las fakes, la red de redes se ha convertido en la aliada del coronavirus. Gracias a ella, conseguimos estar informados, jugamos, nos socializamos y aprendemos nuevas materias con los cursos Moodle, con las comunicaciones por Skype, y con las plataformas que van surgiendo para crear lazos entre los individuos frente a un interés común.
- Desarrollamos la creatividad que teníamos escondida. Con la cuarentena, sale a la luz el talento innato de las personas. Unos cocinan y se sorprenden con lo creado, otros escriben o hacen vídeos que ni imaginaban. Las manualidades toman el poder y nos hacen más sobrellevadera la rutina de la no rutina del reloj amenazante del día.
- Se disfruta del juego en familia y de la lectura en silencio. Se puede vivir sin salir a la calle jugando a las damas, al parchís o leyendo esa novela que estaba arrinconada en la mesa auxiliar de nuestra cama.
- Cogemos el gusto a ir a la compra, tirar la basura, o sacar al perro. Tareas que antes nos parecían amargas se convierten ahora en agradables al sacarnos de la fría realidad que vivimos.
Aprovechemos estas 10 lecciones que nos enseña el coronavirus y no nos olvidemos de ninguna de ellas, ya que pueden ser el salvoconducto de una pandemia, que no solo nos sumerge en lo más profundo, sino que también puede convertirse en un reto ante el que replantearnos la vida para encontrar la mejor de las salidas.
Buscar en nuestro interior Gema; sacar lo mejor de nosotr@s mism@s.
Un abrazo y beso desde la distancia.
Si sin duda