La pandemia de la COVID ha quebrantado los cimientos de nuestra sociedad hasta límites nunca imaginados. Fallecimientos, enfermedad, vacunas que no terminan de distribuirse, países enteros caídos en la desolación, pérdida de empleos, personas exhaustas, incremento de trastornos mentales como la ansiedad y la depresión, políticos egoístas…

Todos sabemos lo distópica que se ha convertido la realidad de nuestros días. Pero hoy no quiero hablar de lo catastrófico, sino de cómo sobrevivir este cambio gestionando las emociones a través del Mindfulness en tiempos de COVID. Algo clave para poder sobrellevar estos momentos de incertidumbre.

Tips para gestionar las emociones positivas a través del Mindfulness

Cuando empiezas a hacer Mindfulness regulas tu sistema nervioso, descubres una forma de aquietar la mente, de centrarte en una cosa nada más y te conectas con tu conciencia. Simplemente poniendo tu foco de atención en un mantra, en tu respiración, o en las sensaciones del cuerpo haciendo lo que se llama un escaner corporal, dejas atrás los problemas que te preocupan y todo esto te ayuda a sobrellevar el resto del día de una forma más calmada para luego tomar mejores decisiones.

Cuando estamos sometidos a un fuerte estrés ponemos en acción las hormonas de la huida y la lucha, el cortisol y la adrenalina, que son liberadas por las glándulas suprarrenales y activamos la amígdala que nos pone en una situación de alerta irreal. Para disminuir la producción de cortisol y otras hormonas del estrés hay muchas cosas que puedes hacer como:

  • Hacer Mindfulness todos los días. Meditar cada día a la misma hora te ayuda a reprogramar tu cerebro. Según numerosos estudios científicos, al practicar con frecuencia Mindfulness se obtienen numerosos beneficios. Se reducen los riesgos de sufrir depresión, se ayuda al funcionamiento del sistema cardiovascular se mejora la capacidad de concentración, se reduce el estrés, y se provocan cambios en la zona del hipocampo y en la amígdala cerebral que regula las reacciones emocionales como el miedo. En Youtube hay muchos ejercicios de meditación guiada para distintos momentos. Escoge el que más se adecúe a tus gustos y empieza a practicar.
  • Dedica unos minutos al día a escribir en un diario de gratitud todas las cosas buenas que te hacen fluir y sentir agradecimiento en tú corazón a pesar de estos difíciles momentos: tu familia, el canto de un pájaro, la sonrisa de un niño. Está comprobado que escribir todas las noches antes de dormir en un diario todas las cosas que te han pasado y que agradeces te harán levantar tu autoestima y te ayudarán a dormir mejor.
  • Enfócate en lo bueno y deja atrás lo malo. Cultiva una mente positiva repitiéndote afirmaciones positivas que tengan un gran poder sobre tu mente. Deja de contarte historias derrotistas y cambia tus pensamientos “me rindo” “es complicado”, “no lo lograré” por “seguiré adelante”, “no tiro la toalla”, “todo está bien”, “estoy a salvo”, o “yo tengo en mi todo lo que la vida me presenta”.
  • Haz una lista de las cosas que te hacen feliz y ponlas en práctica. No tienen que ser grandes viajes, e inversiones, sino pequeñas cosas que te conecten con tu esencia como sentir la brisa en tu cara al pasear, saborear despacio el plato que comes… No des por hecho lo que tienes y disfruta de los micro-momentos de conexión que se te presentan cada día y que te puedan hacer trascender; un abrazo a un amigo (aunque sea con mascarilla), mirar a los ojos de alguien al que ames. Agradece los pequeños despertares de la vida, la sonrisa de tu hijo, el atardecer, las gotas de lluvia tras el cristal. Está comprobado que la actitud de agradecimiento genera felicidad. Siéntete afortunado por estar vivo y poder experimentar los momentos bellos del presente y del pasado. Eso te dará fuerzas para seguir adelante.
  • Cambia tu foco de atención, es decir, la forma en que ves la vida. Deja de fijarte en lo negativo y de juzgar (ya que ambas actitudes se retroalimentan y te sumergen en un estado tóxico constante del que es difícil salir) y enfócate en el lado positivo de las cosas. Incluso del problema más duro siempre se saca un aprendizaje.
    Apuesta por ser positivo. Busca pensamientos que te conecten con tu esencia con lo que te hace vibrar. Tú tienes la libertad de ser todo lo que quieras ser. Surja lo que surja elige estar en paz con ello. Tú puedes activar la felicidad de tu cerebro a través de la elección consciente de tus pensamientos. Cuánto más feliz eres más contribuyes a tu salud. Cambia tu forma de pensar y cambiará tu vida.
  • Busca las ventajas del poder del aquí y el ahora. Tienes que relacionarte con el mundo tal cuál es, sin resistencia y con apertura en el momento presente. Sumergirnos en el pasado genera depresión y centrarte en el futuro produce ansiedad. Por eso, para ser lo más feliz posible tienes que saborear el presente y ante las preocupaciones excesivas decirte “si el pasado ya no existe” y “el futuro aún no ha llegado ¿Por qué preocuparse? Céntrate en el ahora y pon el foco de tu atención en eso: andar si andas, trabajar si trabajas, respirar y sentir lo que te toca en este momento. En una palabra fluir.
  • Escapa de tu tela de araña. Deja de ser negadicto y olvida el pesimismo infundado. Si vives en una situación constante de angustia y sufrimiento eso puede llevarte a generar pensamientos tóxicos que al final pueden llevarte a enfermar. Es muy importante que recuerdes que tú no eres tus pensamientos, ni tus emociones, ni tus sensaciones, aunque tu mente torturadora te engañe y te haga creer lo contrario.
  • Tú eres quién crea tu destino, lo que crees, lo que piensas. Eres el que observa tu mente. La mente no te controla, tú tienes que controlar el torrente de ideas que van y vienen por tu cabeza. Cuando te veas sumido en una ola de preocupaciones y emociones negativas. Pregúntate ¿Cuál es el propósito de estos pensamientos tan intrusivos? ¿Me ayudan? ¿Me bloquean? ¿Cambian realmente algo? ¿O empeoran la situación? Pregúntate ¿Quiero seguir pensando así?
  • Lo dicen todos los expertos, “el estrés no está en lo que nos pasa sino en cómo nos relacionamos con eso que nos pasa”. No se trata de luchar y resistirse a los cambios que se nos presentan sino de aceptar lo que nos viene sin tener una actitud de lucha. La aceptación es la «acción y el efecto de aprobar y recibir». Implica un movimiento activo hacia el acto de coger y recibir algo, lo que se puede entender como el acto de acoger algo tal como es.
  •  Repite afirmaciones positivas a lo largo del día. Como hemos dicho más arriba, lo que piensas y lo que te cuentas te condiciona, así que es mejor que uses un diálogo interno y un lenguaje asertivo y no del tipo “me rindo”, “es difícil” . Es mejor emplear expresiones como “seguiré adelante”, “no tiro la toalla”, “esto es un reto que me hará evolucionar y crecer”. Quita los “y si…” y “los debería” de tu cabeza. A largo plazo solo pueden hacerte sentir culpable y angustiado.
  • Enfréntate a tus miedos. Observa la adversidad como un desafío. Aprende a ser resiliente. No se trata de dejar de tener miedo sino de seguir adelante pese a todo.
  • Ten fe en el tiempo y confianza en el transcurrir de la vida. Cada día es un buen día pese a sus dificultades. Toma las riendas y acoge todos tus días con amabilidad.
  • Por último, ante las dificultades y los enemigos saca pecho. No te encojas. Al erguirte aceptarás el desafío de vivir. Disminuirás el cortisol y como dice Jordan B. Peterson en su libro 12 Reglas para vivir eso te ayudará a tener confianza y los demás verán en ti alguien con poder. No te olvides de preguntarte qué cosas estarías dispuesto a hacer para mejorar tu vida. Asume tus responsabilidades con coraje y voluntad y vela por ti tratándote como alguien que depende de ti.
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